Cultivar cúrcuma en casa es una excelente manera de asegurarte un suministro constante de esta raíz milagrosa, conocida por sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Lo mejor es que no necesitas un jardín; con una maceta profunda, tierra fértil y algo de paciencia, puedes disfrutar de cúrcuma fresca todo el año.
1. Elige el rizoma adecuado
Para empezar, consigue un trozo de rizoma (raíz) de cúrcuma fresca. Busca uno que tenga “ojos” o brotes, similares a los de las papas. Puedes encontrarlo en tiendas naturistas, mercados orgánicos o incluso en supermercados bien surtidos.
2. Siembra en el momento correcto
La cúrcuma necesita calor y humedad para crecer bien. Lo ideal es sembrarla a finales del invierno o comienzos de la primavera, cuando las temperaturas empiezan a subir. Si vives en una zona templada, puedes cultivarla todo el año en interiores.
3. Prepara una maceta adecuada
La cúrcuma necesita espacio para desarrollarse horizontalmente. Usa una maceta ancha y profunda (al menos 30 cm de profundidad) con buen drenaje. Llénala con una mezcla de tierra fértil, compost y un poco de arena para evitar el encharcamiento.
4. Siembra y cuida
Planta el rizoma a unos 5 cm de profundidad, con los brotes hacia arriba. Riega moderadamente y colócala en un lugar cálido y con luz indirecta. Mantén la tierra húmeda, pero no empapada.
5. Ten paciencia
La cúrcuma crece lentamente. Las hojas comenzarán a brotar en pocas semanas, pero el rizoma necesitará entre 8 a 10 meses para desarrollarse completamente. Mientras tanto, puedes disfrutar del follaje, que también tiene usos culinarios.
6. Cosecha y replantación
Cuando las hojas se pongan amarillas y se marchiten, es momento de cosechar. Extrae los rizomas con cuidado, guarda algunos para consumir y selecciona los más sanos para replantar. Así, puedes reiniciar el ciclo y tener cúrcuma “infinita” en casa.
Cultivar cúrcuma es sencillo, económico y muy gratificante. Con un poco de dedicación, nunca más tendrás que comprarla en la tienda.